lunes, 13 de mayo de 2013

SI YO FUERA PROFESOR...
Que algo falla en la educación no solo no se discute, sino que clama al cielo. Pero la solución, ya es harina de otro costal. Aburridos estamos de que cada cierto tiempo llegue el tristemente famoso informe Pisa a sacarnos los colores con los pepinos de estudiantes que tenemos, que a duras penas saben hacer la o con un canuto. ¿Y la culpa es del nefasto sistema educativo? ¿Es de los alumnos vagos y consentidos? ¿Es de los profesores que van a lo mínimo y encima se quejan? ¿Es de la falta de valores y de la pérdida de respeto a los maestros?
Pues, como en todo, aquí no hay una respuesta única, porque todas las preguntas son válidas. Sin embargo, hay un factor humano muy importante, porque estamos hablando de personas, de educadores y educandos, todos ellos de carne y hueso. En mis tiempos —ahora me pongo el chip de abuelita— había más de cuarenta alumnos por clase, teníamos colegio por la mañana y por la tarde, y estábamos mucho mejor formados, a años luz, de los escolares de ahora. Estos días se han realizado en los institutos las famosas pruebas de diagnóstico, esas que algunos profesores díscolos filtraron —presuntamente, claro— pocos días antes de que se celebraran. Los resultados, con todo, no van a esconder sorpresas. La piedra angular del sistema educativo son los docentes, los entrenadores, y cuando se pierden los partidos no es a los jugadores a los que se echa. Se cambia de entrenador. Quizás habría que empezar por el principio y ver a quiénes tenemos dando clase (no educando, que no es lo mismo) a nuestros hijos.
Si yo fuera profesora, me plantearía si la culpa no será mía, con menos alumnos y menos horas y más fracaso escolar que mis antecesores. Como el  mal estudiante que le echa la culpa al profesor “porque le tiene manía”, el  mal profesor se la echa al sistema. ¡Por favor! Cualquiera no vale para esa profesión y la clave está en empezar por el principio. Elemental. Desde las propias facultades de Ciencias de la Educación y dar el título a quien acredite tener madera, no solo que apruebe los créditos. En Finlandia  es más difícil entrar en Magisterio que en Medicina y el prestigio del profesorado es espectacular. Aprendamos algo de eso.

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